EL CARMELO: UN JUICIO PENDIENTE
Asumo que todos en un determinado momento tuvimos la imagen idealizada de un caballero: personaje altivo, valiente, magro; armadura con magulladuras y un sinfín de aventuras por contar. Así imaginé a Carmelo cuando tuve ocho años, sus primeros rastros de existencia llegaron del verbo de un familiar que con avidez me contó el cuento, al oír el título creí inocentemente: ¡oh, un caballero! ¿Su nombre? Claro, su nombre es Carmelo y concluido el asunto. Por algunos tropiezos y vaivenes de mi niñez dejé de lado al personaje valdelomariano; pero hoy vuelve diferente, forastero, enigmático. Ha vuelto El caballero Carmelo desde el 13 de noviembre de 1913 en que fue publicado en el diario La Nación, pero ¿qué puede ofrecer esta antiquísima narración en 2022? Sin duda este cuento ha trascendido la pasta del libro y el olvido, pues como dijo Cortázar (1970) “Todo cuento perdurable es como la semilla donde está durmiendo el árbol gigantesco. Ese árbol crecerá en nosotros, dará su sombra en nuestra memoria” (p. 79). Esta vez… ¿Qué mensaje se esconde entre las manos la literatura?
La gallística, sí, gallística,
esa palabra sencilla que a la vista de cualquiera parece superflua, es en gran
parte el trasfondo que nos trae ahora El caballero Carmelo, empero ¿algo
de nuevo tendrá? Ricardo Palma ya nos habló sobre el auge de la gallística en
el siglo XX a través de sus Tradiciones Peruanas, al respecto el
intelectual Marco Aurelio Denegri (2012) agregó que contamos con más de
cuatrocientos años de historia gallística, pero que en el Perú lamentablemente
abundan los de sabiduría anecdótica, mas no científica e inclusive dan por
concluido este tema del cual se tiene una trayectoria histórica no valorada que
ni Jorge Basadre, según el maestro citado, en sus dieciséis tomos de Historia
de la República del Perú, menciona a la gallística peruana. Ahora bien, ya
nos acercamos al tema a discutir, no sin antes conocer ¿qué es gallística? Ojo,
no es solamente la crianza de gallos, porque “Gallística es el arte y ciencia
de la cría y preparación de los gallos de pelea. Dícese también gallística
(ésta es la segunda acepción) de las mismas riñas de gallos, del espectáculo de
las riñas gallísticas” (Denegri, 2012, p. 17). ¿Entonces vamos a discutir sobre
la crianza del Carmelo? No. Tampoco abordaremos la Sentencia recaída en el Exp
N ° 0022-2018-PI/TC que consagró la constitucionalidad de la tauromaquia y
gallística en nuestro país. Partiremos de la insatisfacción, porque solo Marco
Aurelio Denegri hizo el esfuerzo de estudiar el cuento más famoso del Conde de
Lemos y ahora nuestra labor es realizar una producción textual desde otra
mirada.
En suma, abordaremos el contexto
gallístico que abraza al caballero Carmelo, en un punto intermedio entre la
realidad y ficción, porque seremos parte de la familia que acogió al gallo Carmelo,
nos trasladaremos a San Andrés de los Pescadores-pueblo donde ocurre la pelea
con el Ajiseco-, y juzgaremos solamente desde el mundo ficticio creado por el narrador,
así como también desde algunos aspectos científicos básicos sobre la gallística,
todo en vista de la siguiente cuestión que nos asalta: ¿Debió el caballero
Carmelo pelear contra el Ajiseco? Naturalmente, la respuesta parece sencilla, empero
si ahondamos en el tejido de los hechos, ¿realmente lo será? Con esta pregunta
la literatura nos abre nuevamente las ventanas al cielo del conocimiento y
reflexión.
Si abordamos esta interrogante,
encontramos a los detractores de la pelea y aquellos que están de acuerdo. Pero
empecemos, respectivamente, por el bando opositor a la pelea del 28 de julio en
San Andrés. En este sentido, el cuarto capítulo del cuento presenta una escena
crucial del clímax temático; de aquí rescatamos la posición del padre: “Le
habían dicho que el Carmelo (…) no era un gallo de raza. Molestose mi padre”
(Valdelomar, 2010, p. 4). Vemos que la decisión tomada no es producto del
raciocinio, sino del encono que nos conlleva a obrar sin mesura, quizás le
faltó al padre algo de la virtud aristotélica, pues cualquiera puede
encolerizarse, sucumbir fácilmente; pero es propio del virtuoso hacerlo con la
persona correcta, en el momento indicado y con una razón justificada, eso no es
fácil (Aristóteles, 2005). Asimismo, está el carácter unilateral de esta
decisión, ya que el padre después del almuerzo comunicó a la familia de la
apuesta gallística y, aunque a los niños les produjo mucho dolor, su decisión
no cambió, circunstancia que es cuestionable; si bien el padre era el dueño
legítimo del gallo de pelea, de todas maneras, ameritaba una consulta previa a
la familia por el valor que tenía el Carmelo no solo por su prestigio en la
contienda, sino por el cariño hacia él.
De este modo, el Carmelo es valioso,
Valdelomar a través del narrador lo explicita: amigo íntimo de nuestra
infancia ya pasada, a quien acaecería historia digna de relato o la
narración previa antes de la pelea contra el Ajiseco donde se ve la nostalgia y
dolor familiar. El personaje valdelomariano, no era cualquier gallo para la
familia del padre y el valle de Caucato, ¿valle de Caucato? Sí, porque debido a
su fama vencedora y tener más prestigio que el alcalde este tenía
importancia histórica para la práctica gallística en aquel valle costeño; por
ello debía preservarse como símbolo local.
Quizás el argumento más
convincente está en el trato cruel hacia el caballero Carmelo, vemos que la
prosa valdelomariana lo plasma con la siguiente pregunta: ¿Por qué aquella
crueldad de hacerlo pelear? esta es la interrogante del narrador, de la voz
que sucumbe ante la impotencia y dolor de ver a Carmelo pelear cuando no debía,
porque el Ajiseco era un gallo más fuerte y joven, mientras que nuestro
personaje hace tres años que estaba sin pelear y envejecido; asimismo, si
consideramos el tiempo desde su llegada a la familia y la edad ideal para un
gallo de pelea convencional(8 meses a dos años), entonces ya oscilaba entre los
5 a 6 años su edad y estaba, en palabras del narrador, viejo y achacoso;
ergo, le esperaba un padecimiento jadeante y triste en su batida contra el
Ajiseco, así fue, algo innecesario la pelea para Carmelo quien ya había
cumplido su tiempo de vencedor imbatible.
Al menos este sería el panorama
de los opositores a la contienda gallística del 28 de julio, sin embargo, ahora
examinaremos la otra cara de la casuística. Por un lado, se pone de manifiesto
la figura del honor; grosso modo se entiende como la estimación de la sociedad
hacia las personas que tienen acciones correctas consigo mismas y los demás; ahora,
podemos decir que en el cuento esta se construye dentro del tejido social del
valle de Caucato- inclusive allí tiene más connotación social-, así Carmelo es
quien dota de honor a su dueño por su racha ganadora mientras que él solo tiene
buena fama; en suma, por las situaciones ya expuestas el padre no podía
permitir ataques a su honor como al de su familia y el disparate sobre la
pureza de su gallo apreciado, no quedó otra opción: ir al campo de arena.
Otro asunto interesante es el
contexto en el cual se desarrolla la pelea gallística, viajemos al 28 de julio
en San Andrés de los Pescadores, un pueblo frente a la costa marina, llano, gente
sencilla, pero de una peregrinación rotunda; sin iglesia y “allí sabían
celebrar con una gran jugada de gallos a la que solían ir todos los hacendados
y ricos hombres del valle” (Valdelomar, 2010, p. 4). En otras palabras, ¡era
una tradición cultural la pelea de gallos en San Andrés! Y qué mejor manera de
celebrar fiestas patrias que el Carmelo tope con el Ajiseco ese día; era
necesario que pelee porque iba hacer arder el sentimiento patriótico y local,
después de todo, era un gallo de pelea emblemático y es su deber como tal.
Ahora bien, la figura del gallo
siempre ha tenido un significado connotativo, si regresamos a la Grecia
Clásica, Sócrates antes de morir pide que den un gallo a Esculapio- deidad de
la medicina- o, por ejemplo, en la Biblia “el gallo, que se yergue orgulloso” (La
Biblia Latinoamericana, 2005, Proverbios, 30: 29-31), claro que sí, la
simbología del gallo básicamente representa el vigor físico, emblema de la
guardia y el orgullo, siempre altivo, ¿sucederá lo mismo con un gallo de pelea?
En el cuento, el personaje central
valdelomariano es descrito con estas características, sin embargo, se dirá que
también es viejo y achacoso y que tiene cinco años de edad
aproximadamente; empero recordemos que la literatura también es ficción, así
que olvidemos su edad y las contradicciones. Concentrémonos en los rasgos más
resaltantes, es decir “esbelto, magro, musculoso (…) las piernas fuertes
que estacas musulmanas y agudas defendían, cubiertas de escamas, parecían las
de un armado caballero medieval” (Valdelomar, 2010, p.4) e inclusive luego de
una grave herida causada por el Ajiseco, el Carmelo se levantó- en la vida real
un gallo de pelea se hubiese desvanecido-y reunió todo el coraje de los gallos
de Caucato y ¡pum! Acometió y venció al Ajiseco, ¿realmente el Carmelo estaba viejo
y achacoso? No, por causas que desconocemos estaba fuerte y no solo eso,
sino que quería pelear contra el Ajiseco, pues la ciencia de la gallística dice
que los gallos de pelea son artificiales, en palabras concretas, no son
naturales, sino producto del accionar del ser humano, están programados por el
hombre para la acometida e inclusive no pueden dejar de hacerlo, están
diseñados para eso. En conclusión, su única razón de existencia es la riña no
hay otro lugar donde desempeñarse (Denegri, 2012). Y el caballero Carmelo no es
la excepción, él también ansiaba pelear con el Ajiseco, está en sus raíces y en
la defensa de su único prestigio: ser el retoño del Caucato, por tanto, para el
Carmelo no era nada cruel, sino más bien satisfactorio que tope con su
adversario aquel 28 de julio en San Andrés. Reflexionemos, ¿sufría el Carmelo o
los personajes por el gallo de pelea?
Por otra parte, resulta
insoslayable no mencionar el final del cuento, logró su propósito El Conde de
Lemos ¿conmovió? En demasía. El cierre de la narración lleva dentro de sí un
mensaje y es que era necesario que Carmelo no solo peleara contra el Ajiseco,
sino también muriera para seguir el curso trazado por la literatura, no fue
admisible un final feliz, como dice Ribeyro (2019): “Donde empieza la
felicidad, empieza el silencio” (p.138). No había otra alternativa para el caballero
Carmelo, desde el inicio del cuento Abraham Valdelomar ya había fijado su
último aliento.
Finalmente, hemos logrado
contemplar dos perspectivas a la pregunta ¿debió el Carmelo pelear contra el
Ajiseco? Esta corta interrogante nos ha hecho viajar desde los sucesos en el
valle de Caucato hasta la teoría científica de la gallística; sin duda hay una
notable oposición a la pelea del Carmelo ya sea por el valor que representa, la
decisión del padre o el trato cruel que se le dio; pero también en un rincón
del debate otro sector se levanta y dice ¡sí, debió topar con el Ajiseco! Probablemente
la postura que asumamos revele una noción de justicia escondida en nosotros.
Nos quedan algunas interrogantes ¿el
honor y la buena fama valen más que la vida de Carmelo o un ser vivo? ¿Valdelomar
pudo escribir otro final para el cuento? Son cuestiones que surgen de la
pregunta principal y el escenario dinámico e impredecible de la literatura que
nos revela un nexo entre dos mundos aparentemente distintos. Ahora está en tus
manos qué hacer con las preguntas, al final de cuentas, El caballero Carmelo
de Abraham Valdelomar no solo le pertenece a él, sino también es nuestro para
toda la vida.
Edgar Enrique Garcia Deza
Referencias
Aristóteles. (2005). Ética a Nicómaco. Alianza Editorial.
Cortázar,
J. (1980). Algunos aspectos del cuento. Repositorio UNAM.
https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_C/CORTAZAR/ALGUNOS.pdf
Denegri, M. (2012). Arte y
Ciencia de la Gallística. Repositorio Institucional Universidad Inca Garcilaso
de la Vega.
http://repositorio.uigv.edu.pe/handle/20.500.11818/1154
Fabres, C. (1979). La riña de
gallos: la India, Grecia, Roma, Europa; Norte y Sudamérica. Biblioteca Nacional
Digital de Chile.
http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:8751
La
Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial San Pablo.
Ribeyro, J. (2019). Prosas apátridas. Seix Barral.
Valdelomar, A. (2010). El
Caballero Carmelo. Biblioteca Universal.
https://biblioteca.org.ar/resultados.php?texto=caballero%20carmelo
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