Y, ¿QUÉ HACEMOS CON UNA NUEVA CONSTITUCIÓN?

 A lo largo de nuestra vida republicana, doscientos años para ser exactos, hemos sido partícipes de numerosos cambios: políticos, constitucionales, jurídicos, sociales, etc. Entre estos dos últimos, sin lugar a dudas, hay una estrecha relación; tanto la sociedad como el derecho son motivos de cambios para con el otro. Teóricamente se explica que un cambio jurídico puede desencadenar uno social y que un cambio social puede modificar al derecho, adecuando normas. En el contexto de crisis actual se puede ver claramente como la revolución social, altera y obliga cambios jurídicos y políticos. Adentrándonos en esto, nos podemos centrar en la máxima norma de nuestro país: la Constitución. Nuestro Perú tiene una superabundancia de Constituciones y Estatutos Políticos. Lamentablemente, no tenemos este respeto constitucional; nuestro ordenamiento jurídico, ni sus representantes, tienen un rumbo establecido. Con mucha razón Jorge Basadre afirmaba que los gestores de la independencia fueron nobles, generosos, idealistas y sacrificados, pero, a su vez, fueron también incapaces de ubicarse en el tiempo y en el espacio. Vacilaron al momento de decidirse por el tipo de Estado que habrían de construir. 

Si bien, actualmente tenemos un tipo de Estado definido, no gozamos de una clase política que represente los intereses colectivos y eso se ve reflejado en los problemas nacionales y el descontento social. Por ello, vale la pena preguntarse si se necesita un cambio y de qué tipo. Sería bueno ¿una reforma constitucional o una nueva constitución como solución a los problemas que resquebrajan a nuestro país? Esta es una pregunta digna de debate por su implicancia en el contexto nacional y lo sonado que es el tema. En el presente artículo, presentaré argumentos para las dos ideas planteadas, analizándolo desde una perspectiva constitucional y política. Dicho esto, le invito a seguir las siguientes líneas. 

Cuando nos referimos a la Constitución, debemos reconocer que es el más grande logro en materia política en orden de controlar el poder. Esta es, sin lugar a dudas, la norma suprema de una nación; y, por ende, merece el mayor de los respetos a fin de conseguir una república estable. Cuando hablamos de este tipo de respeto, podemos nombrar como precursor y modelo a los Estados Unidos: esta nación es ejemplo de la positivización del derecho natural. Desde su primera constitución, en 1787, no hay sufrido un cambio total; sino enmiendas parciales. Se tuvo en cuenta el contexto nacional, las necesidades, el tiempo y espacio, pero sobre todo, tuvieron una clase política de calidad.

Fernando Lasalle nos dice que los problemas no son constitucionales, ni normativos; son de una falta de clase política. Actualmente no tenemos esa RACIONALIDAD necesaria como para responder a las necesidades; no podemos hacer ese diagnóstico hacia nuestro propio orden jurídico para perfeccionar normas. Muchos juristas y hasta ciudadanos repetimos, hasta de memoria, que nuestra constitución es la máxima norma; pero lo decimos sin contenido. No reconocemos que tiene poder constitucional y es fuente de orden jurídico ya que tomamos tan a la ligera y proponemos cambios constitucionales como si fueran solución a nuestros problemas.

Estoy totalmente en desacuerdo con una nueva constitución. En muchas ocasiones, este tipo de  propuesta ha sido promovida por ideologías cercanas al  populismo, marxismo cultural o al nuevo socialismo. Hoy en día partidos como UPP, FREPAP y Perú Libre han sido los principales defensores de una reforma a la vigente Constitución, e incluso dar una nueva convocando para tales fines a una Asamblea Constituyente. Como ya se ha precisado, el actual Congreso Ordinario tiene facultades de reforma constitucional (parcial y total). Pero para dar una nueva Constitución el órgano competente es una Asamblea o un Congreso con facultades constituyentes que delega el pueblo, dado que es el titular de dicho poder constituyente originario. Pero no tiene fundamentos, menos en nuestro país con esta crisis. No se pueden solucionar problemas que son más sociales que jurídicos, la constitución no crea necesariamente realidades. Además, ¿Qué se pretende cambiar? 

Los motivos para cambiar una constitución serían la alteración de modelo político y/o de tipo de Estado. ¿ya no queremos ser una Estado unitario? ¿deseamos ser una República Federal? Solo en esos casos se puede considerar; pero aquello no es motivo ni base de soluciones. Simplemente no estamos preparados para una: ya que no tenemos ese pacto social en búsqueda de una revisión profunda hacia nuestra institucionalidad. Constituciones políticas no nos han faltado. En promedio, hemos cambiado de texto constitucional cada 15 años. Lo que no hemos tenido es constitucionalidad ni supremacía de las cartas fundamentales; lo que no hubo es democracia; lo que nos ha faltado y sigue faltándonos es institucionalidad en el quehacer estatal. Alexander Hamilton nos dice: “Las constituciones debes tener normas generales, ya que necesariamente deben ser permanentes. Y mal podría calcular de antemano el cambio de las cosas” 

Se necesita avivar el debate constitucional para lograr, lo que considero la mejor elección, una reforma parcial de nuestra constitución. Basándonos en la idea del jurista chileno, Jorge Correa: “La constitución no es un texto libre en que desde la emocionalidad nos llame a dibujar el país que queremos sino un conjunto de normas acerca del poder político, que sean aptas, eficaces y perdurables para mejorar el país que tenemos.” Podemos decir que ese es nuestro objetivo: mejorar el país, debemos elaborar enmiendas para que nuestro reglamento sea eficaz. Por naturaleza, nuestra constitución es perfectible y en ello se basa su poder, y el nuestro. 

Somos un Estado Constitucional de Derecho, por ello el Perú necesita articular un proyecto nacional, con especificación clara de sus objetivos, metas, estrategias y tácticas políticas, sociales, económicas y culturales para los próximos cien años.

 

A modo de conclusión, necesitamos crear una nueva cultura constitucional que garantice una efectiva supremacía de nuestro texto jurídico fundamental. Las autoridades, las leyes y los hombres comunes y corrientes, estarán sujetos a un solo mando, una sola estrategia, una sola dirección. La Constitución Política será la biblia de la democracia, del sistema de gobierno republicano y del Estado de Derecho. Nuestro país necesita un quiebre constitucional. Basta ya de hacer y deshacer constituciones. Conquistemos, de una vez por todas, la democracia formal y demos el definitivo paso a la democracia real. Será el mejor aporte de la presente generación a las que nos sucederán mañana en este hermoso y rico suelo que se llama Perú.

 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bravo, R. “Nueva constitución, ¿para qué? Diario La Ley. Recuperado de: https://laley.pe/art/11056/nueva-constitucion-para-que 


Correa, P. “NUESTRO ACTUAL DILEMA: ¿CAMBIO O REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA PERUANA?”

http://files.uladech.edu.pe/docente/06507071/CONSTITUCIONAL_ESPECIAL/SESION_04/LECT

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Espinosa, E. “Reforma Constitucional: Algunas Preguntas, sus Posibles Respuestas y Los Presupuestos Sociales y Políticos Para su Puesta en Práctica en Casos Como El Peruano.” 

http://files.uladech.edu.pe/docente/06507071/CONSTITUCIONAL_ESPECIAL/SESIO

N_04/LECTURA%20CENTRAL%2004.pdf.pdf  

Henríquez, H y Palacios, R "¿Reforma Constitucional o Nueva Constitución?" Debate: Escuela de Derecho UPAO

https://www.facebook.com/DerechoUpao.edu/videos/3429399377114698  

Sosa, M. 2020. “Perú: ¿de la indignación a una nueva Constitución?” Diario: NUEVA SOCIEDAD https://nuso.org/articulo/peru-de-la-indignacion-una-nuevaconstitucion/  

 



Artículo de opinión

Ana Luisa Mogollón Hernández

Miembro Fundadora de la Asociación de Debate Última Instancia - ADUI







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