UNA APROXIMACIÓN A LA HERRAMIENTA JURÍDICA DEL RÉFERI DE FÚTBOL
En un sin número de ocasiones se ha puesto en tela de
juicio el resultado de un encuentro deportivo llevado a cabo en un campo de
fútbol. De hecho, son –probablemente lo seguirán siendo– distintos los
comentarios al momento de finalizar la disputa por tres puntos en la tabla de
acumulación o por pasar de ronda en algún torneo a nivel distrital, provincial,
regional, nacional o internacional, con partidos de ida y vuelta o de eliminación
directa. En ese sentido se comprende que el hincha, simpatizante o cualquier
persona que siente algún tipo de emoción al acudir al estadio o al ser
espectador a partir de un medio de comunicación desde su hogar para informarse
de cada acción transcurrida –que es lo que el contexto actual permite–, haya
fecundado ingentes argumentos ante un desenlace que no solo a su parecer, sino
el de varios, resulta producto de una calamitosa actuación por parte de la
terna asignada.
Sin duda, el fútbol se ha caracterizado a lo largo de su
historia por arbitrajes con desempeño de dudosa o nula imparcialidad, y, como
secuela de lo esbozado, la existencia de resultados polémicos que generaron la
exaltación de los aficionados. Es por ello que, buscando una solución a los
escollos mencionados, se llega a instaurar un sistema relativamente nuevo en el
mundo del balompié, el videoarbitraje (VAR o Video Assistant Referee, como se
le denomina en inglés). Se trata, pues, de árbitros asistentes que mediante la repetición
en cámara de video tienen el deber de coadyuvar al dictaminador principal en la
toma de decisión con respecto a una jugada que puede “modificar radicalmente el
curso de un encuentro” (Federación
Internacional de Fútbol Asociación [FIFA], s.f.), lo cual consideramos un gran avance para el fútbol
contemporáneo en la búsqueda de justicia, a pesar de las distintas
observaciones desarrolladas en torno a él.
Cabe resaltar que el videoarbitraje fue incorporado por
primera vez en la Copa Mundial de Clubes de 2016, evento deportivo promovido
por la FIFA; es decir, hace no más de un lustro que fue puesto a prueba. Cumple
el rol de mecanismo de asistencia, del cual se va a servir el réferi que, en la
cancha, asume el rol de juez al tener la obligación de impartir justicia en cada
jugada controvertida, recurriendo al VAR solo en cuatro eventualidades: “expulsión,
goles, penaltis y confusiones de identidad” (FIFA, s.f.).
Ahora bien, su presencia se hace urgente y necesaria, pues cada vez son más comunes
–no tendrían por qué serlo– los esotéricos errores arbitrales que en varias
oportunidades terminan arredrando al equipo perjudicado con el dictamen del
colegiado, siendo estas equivocaciones las que merman el espectáculo y no
permiten al hincha disfrutar de una contienda libre de sanciones infundadas, además
de echar a perder todo el trabajo de preparación física y táctica que existe
antes de la disputa, lo cual genera una expectativa inmersa en la incertidumbre
ante los próximos encuentros; por ende, es inconcebible obviar dichos
intersticios en el desarrollo de un partido y mucho menos permitir que este
deporte se encuentre anquilosado, de tal forma que no tiene cabida cosmético
alguno para encubrir varias injusticias de las cuales hemos sido testigos durante
muchos años.
De esta manera, su consideración y uso exclusivo en los
eventos deportivos del balompié profesional a nivel nacional e internacional han
permitido –y permitirán– menguar las malas decisiones por parte de los jueces
encargados de la contienda, ya sea del juez principal o de los linieres, la
cual es una tendencia que no debe perderse por el bien del deporte bajo comentario,
visto que solo a través de análisis expeditivos apoyados en el videoarbitraje
se podrán dejar proscritas aquellas irregularidades que han producido el desmedro
del espectáculo futbolístico y la pérdida de confianza en cuanto a los
impartidores de justicia.
Por otro lado, hay quienes sostienen que el
videoarbitraje llegó para arruinar el fútbol, alegando que, a pesar de su
implementación en algunos certámenes, los errores han seguido suscitándose como
si existiera algún rezago en su correcta aplicación, y, lo que resulta más
grave, se han apreciado actuaciones escandalosas muy distantes del reglamento y
la objetividad, haciendo caso omiso a los asistentes de video sin alguna
explicación convincente; sin embargo, hemos de tener en cuenta que el VAR es un
instrumento de ayuda manejado por humanos, por ende, resulta casi imposible la
asunción de una utopía de perfección en cada juego que se disputa en los
diferentes campeonatos, aunque esta no exime de culpa a los responsables de su
pésimo empleo. Como es de notar, esta herramienta ha sido y es duramente
criticada, siendo el aspecto fundamental que da origen a la esfera de juicios
en la que se ve inmiscuida las consecuencias de la no obligatoriedad del colegiado
a recurrir al monitor para revisar uno o más actos que podrían tener un impacto
determinante en el juego; esto es, todo queda a discreción del juez, quien por
su misma condición puede formular una errónea decisión perentoria, no obstante,
ello no demerita el propósito de su instalación, cuya consideración queda únicamente
supeditada al réferi.
Dentro de este marco, también suele cuestionarse la
imparcialidad de un árbitro con respecto al uso adecuado del videoarbitraje, y
es ahí donde, al igual que en todo ser humano, entran a tallar los resentimientos,
inclinaciones y previsiones individuales, aunque lo ideal debe ser la
ponderación de cada hecho conflictivo del que se pretende emitir un veredicto,
para lo cual es necesario que se realice un proceso de selección más riguroso
en cuanto a los colegiados encargados de una contienda, que no permita erigir
dudas antes y durante el encuentro deportivo; por ejemplo, se debe dar
prioridad a árbitros conspicuos y de trayectoria encomiable; y también, por más
nimio que parezca, si a nivel de selecciones se tiene programado una disputa
entre Colombia y Argentina, siendo el próximo partido de esta última ante
Brasil, lo más conveniente sería evitar a toda costa que el réferi a dirigir el
primer encuentro mencionado sea un brasileño, ello para desterrar cualquier
vacilación sobre algún presunto interés particular de este en cuanto al
desenlace de dicha contienda, ya que el fútbol es un deporte de pasiones y
emociones –también prejuicios– que muchas veces son difíciles de controlar.
Todo partido finalizado pasa a tener la cualidad de cosa
juzgada, por lo cual, estar en desacuerdo con el resultado significaría
hallarse en contra de la sentencia y sus puntos resolutivos; y, al igual que se
pueden producir descontentos en casos de materia ajena al fútbol, también suele
presentarse la inconformidad con respecto a la actuación del juez y la interpretación
que este ha realizado de la norma. Es entonces cuando se colige que la
seguridad jurídica debe ser el objeto de preocupación del árbitro dentro de su
jurisdicción (el campo de juego); por ello, el VAR, en aras de lograr la
equidad, tiene enorme influencia en distintas competiciones de la actualidad –y
debe tenerla en los países que aún no lo han implementado–.
En definitiva, respaldamos el aporte sustancioso que
otorga el sistema de asistencia mencionado, el cual no tiene por finalidad otra
que no sea ayudar al árbitro a dirimir de la forma más idónea una determinada
situación acaecida en el campo de juego, tomando en cuenta los cuatro casos en
los que tiene incidencia; por tanto, consideramos de suma pertinencia la
incorporación de este mecanismo en las diversas ligas domésticas. No obstante,
no somos ajenos en absoluto a los distintos problemas que se pueden ocasionar
como consecuencia de un uso inadecuado del mismo, por lo cual se debe velar por
la asignación de réferis más capacitados y con una trayectoria encomiable,
además de evitar polémicas con respecto a colegiados que presuntamente tendrían
interés por un resultado, ya sea por tema de nacionalidad u otro tipo de
inclinación, aunque desde nuestra posición no consideramos que este último sea
el factor más relevante, pero sí creemos que contribuirá a un panorama más pulcro
y depurado de incredulidades.
Podríamos preguntarnos por lo que hubiese acontecido en
aquellos resultados polémicos de partidos históricos si hubieran tenido esta
herramienta de apoyo, ¿acaso habría sido otro el campeón de algún torneo? Lo
cierto es que hoy en día el videoarbitraje es una realidad, el cual nos permite
analizar con imparcialidad y sin edulcorantes de por medio.
Artículo de
opinión.
Alessandro Calos Alfredo Reymundo
Vilca
Miembro de la
Asociación de Debate Última Instancia “A.D.U.I”.
Referencias
Federación Internacional de Fútbol Asociación. (s.f.).
Videoarbitraje (VAR). https://football-technology.fifa.com/es/media-tiles/video-assistant-referee-var/
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